sábado, 31 de diciembre de 2011

¡Feliz Año Nuevo!


Humildemente me esforzaré
en amar,
en decir la verdad,
en ser honesto y puro,
en no poseer nada que no me sea necesario,
en ganarme el sueldo con el trabajo,
en estar atento siempre a lo que como y bebo,
en no tener nunca miedo,
en respetar las creencias de los demás,
en buscar siempre lo mejor para todos,
en ser un hermano para todos mis hermanos.

Oración de Gandhi

sábado, 24 de diciembre de 2011

¡Feliz Navidad!


-¡Feliz Navidad, Bob!- dijo Scrooge con inconfundible acento de sinceridad, al tiempo que le daba palmadas en la espalda.

-¡La más Feliz Navidad, Bob, mi buen compañero, que yo le haya deseado en muchos años! Le aumento el sueldo y me propongo auxiliar a su necesitada familia; ¡trataremos sus asuntos esta misma tarde ante un bol navideño de «obispo» humeante, Bob! ¡Atice las estufas y compre otro cubo de carbón antes de ponerse a escribir ni el punto de una « i», Bob Cratchit!-

Scrooge cumplió más de lo prometido. Lo hizo todo y muchísimo más; fue un segundo padre para Tiny Tim, que no murió. Se convirtió en el amigo, amo y hombre más bueno que se conoció en la vieja y buena ciudad o en cualquier otra buena ciudad, pueblo o parroquia del bueno y viejo mundo. Algunas personas se reían al ver el cambio, pero él las dejaba reírse sin prestarles atención pues era lo bastante sabio para darse cuenta de que nada bueno sucede en este globo sin que determinadas personas se harten de reír al principio; sabía que tales personas siempre estarían ciegas y consideraba el malicioso brillo y arrugas de sus ojos como una enfermedad cualquiera, con manifestaciones menos atractivas. Su propio corazón reía y con eso le bastaba.

No volvió a tener trato con los aparecidos, pero en adelante vivió bajo el Principio de Abstinencia Total y siempre se dijo de él que sabía mantener el espíritu de la Navidad como nadie. ¡Ojala se pueda decir lo mismo de nosotros, de todos nosotros! Y así, como dijo Tiny Tim, ¡que Dios nos bendiga a todos, a cada uno de nosotros!

Fragmento final de "Cuento de Navidad" de Charles Dickens

jueves, 15 de diciembre de 2011

Jane Austen y las Brönte, mujeres de armas tomar

Hermosa columna dedicada a unas mujeres que han hecho historia en la literatura, escrita hoy en el diario "La razón" por el académico de la Real Academia Española, Francisco Nieva.

"No se sabe por qué no pasan de moda. Son como un modelo de literatura femenina de una altura inigualable. Se acaban de estrenar dos enésimas películas sobre «Jane Eyre» y de «Orgullo y prejuicio». En ninguna de las varias versiones que yo he podido estimar a lo largo de mi vida se ha cambiado la época y el clima romántico, como es habitual en el cine, y, en el americano, más. ¿Por qué?

Son tan personales, originales y profundas estas escritoras, es tan intensa su vida interior, que imponen su mundo como totalidad visual y ambiental, sus crinolinas, sus echarpes, sus cofias, sus sombreros, sus paisajes, sus brumas, sus parques y sus castillos. Y sobre todo, su hogar. Tanto las Brönte como Jane Austen son el paradigma de la feminidad, pero son unos monstruos que también acogen en su corazón a un «tío con toda la barba». A un tío listo y condenado a ser una mujer. Estas locas divinas seducen al lector masculino por dicha dualidad.

Condenadas a ser mujeres, lo son de
un modo encantador, pero se juzgan y se comparan con el omnímodo poder masculino de su tiempo. Y el resultado artístico y literario está lleno de misterio crítico, irónico y crudo, con relación a los dos sexos y al clima victoriano en el que se desenvuelven: «Yo estoy aquí, “haciendo el papel de mujer” y tú estás enfrente, “haciendo el papel de varón”». Pero nuestras grandes diferencias son amaneramientos culturales, más que una imposición genética. Somos bastante parecidos en el fondo, pero actuamos como actores en la comedia de nuestro tiempo.

El enorme atractivo de Brönte y de Austen es esa irónica, amarga, sarcástica y, a veces, conmovedora y tierna descripción de estos personajes y situaciones. Lo que termina por elevarlas a los más relevantes puestos de la literatura occidental es la inteligente distancia que ponen en la observación. Una inteligencia tan fina y aguda que ha saltado por encima del tiempo, que las vuelve «contemporáneas» y definitivamente «clásicas»."

Francisco Nieva
de la Real Academia Española

Me emociona ver las bellas palabras de un Académico de la Lengua hacía mis admiradas escritoras... Toda una maravilla.